Se puede reconocer lo que no hemos tomado de nuestros padres a través de unos pocos (seis, ocho o como mucho doce) recuerdos a modo de imágenes dolorosas de nuestra infancia que una y otra vez asaltan nuestros pensamientos, tensándonos y haciéndonos sentir de nuevo indefensos o rabiosos o apenados o abandonados, o lo que fuera, produciendo un mal trago para el cuerpo. Lee el resto de esta entrada »